Páginas 14, 15 y 16

viernes, 27 de mayo de 2011
Y vio como se alejaba por el largo pasillo hasta su ostentoso despacho.
¿Asia? Sí, ha dicho Asia… ¿Casualidad? Las fotos con el sobre escrito por su exmujer, la noticia del pueblo del Himalaya, el trabajo… ¿Casualidad?
Absorto en sus pensamientos, se dirigió a ver el hombre que tanto durante tiempo le había hecho la vida imposible, y ahora se mostraba tan amable.
Llamó a la puerta y entró sin que le llegaran a contestar.
-¿Por qué me eligieron a mí?- preguntó directamente, sin absurdos preámbulos.
-La verdad… es que le pidieron a usted para el puesto.
-¿Qué?
-Sí, pidieron que fuera usted, no supe por qué y mucho menos de qué le conocían pero…
-¿Quién dijo que fuera yo?- le interrumpió exaltado.
- No lo sé, simplemente dijeron que le querían a usted para este puesto. Debe tener buenos contactos en China…
-¿China?
-Sí, ¿no se lo dije? La nueva sede de Asia está en China, al sur-oeste.
-Cerca del Himalaya… - dijo casi en su susurro.
-Efectivamente, veo que sabe de geografía – acabó la frase con una sonrisa.
Se dio la vuelta y cerró la puerta tras de él.
Cada vez resultaba todo más extraño, aunque sus sospechas eran reales. Todos los acontecimientos de los últimos dos días y el trabajo tenían relación.
¿Quién sería esa persona de Asia? ¿Sería ella? No, es imposible, seguro que está con su madre.
Cogió el teléfono y marcó el número de casa de sus (ex)suegros.
-¡Diga! – contestó una voz de mujer mayor malhumorada, como siempre.
-¡Hola! ¿Cómo está? ¿Están bien?
-¡Ah! Eres tú, ¿Qué quieres? – dijo con la voz más desagradable que pudo poner la mujer.
-Necesito saber si está con usted su hija.
-¡NO PERMITIRÉ QUE HABLES CON MI HIJA! LE HAS ARRUINADO LA VIDA MAL NACIDO…- tuvo que apartar el teléfono de lo fuerte que gritaba.
-No, no quiero hablar con ella, sólo quiero saber si está con usted, puede que esté en peligro – en las películas que veía, decir eso siempre funcionaba.
-¿Cómo en peligro? ¡¿QUE LE HAS HECHO?!
-Nada, yo nada, pero necesito saber si está o no con usted, es importante.
-No… no está, hace varias semanas que se fue…
-¿Sabe dónde?
-No, no me lo dijo.
-¿Dijo algo antes de irse?
-No… bueno sí, hablaba de ti constantemente, de algo que necesitabas y de un libro. Pero no dijo nada más. Hasta que un día, cuando llegué de comprar, me había dejado un nota diciendo que se iba, que no me preocupara, que iba a hacer algo importante y que me lo explicaría todo a la vuelta.
-…
-¿Estás ahí? ¡Hola! ¡Hola!
-Sí, sí, gracias – y colgó.
Se quedó pensando con la mirada fija a ninguna parte hasta que se dio cuenta que había cogido el marco con tanta fuerza que la punta de los dedos se le puso blanca. Miró la foto y, como una revelación supo lo que debía hacer.

Se levantó de un salto de la silla y se dirigió hasta el gran despacho pero, esta vez, tan si quiera llamó antes de irrumpir nuevamente. La abrió tan enérgicamente que, debido al susto que le generó, el director hizo un pequeño salto de la silla como si ésta le hubiera dado una leve descarga.
-Acepto- dijo con una voz segura, algo inaudito en él.
-Me alegro, me alegro aunque… por favor, llame a la puerta antes. ¡Por Dios! Casi me da un ataque al corazón del susto.
-Lo siento señor. ¿Cuándo puedo ir? – ignorando la petición que le hizo su superior.
- El lunes si le va bien.
-Perfecto. Me cogeré el resto de semana libre para hacer los preparativos.
-Muy bien, muy bien… váyase a casa- no pudo reprocharle nada delante de tal ímpetu nunca visto antes en él.
-Gracias-  y salió del despacho cerrando la puerta nuevamente.
A medio camino hacia su mesa para recoger sus cosas, se encontró a su “amigo” bufón. Vio que le miraba con intención de decirle alguno de sus ingeniosos comentarios. Intentó esquivarlo pero le tapó las vías de salida tal si fuera un defensa de básquet haciendo un marcaje al hombre.
-¿Ya te han echado? por eso la cara de pocos amigos que llevas, ¿verdad?
- No.
-¿Y entonces?
-¿Y entonces qué? – aprovechó una grieta en la defensa y continuó su marcha.
El molesto cómico le siguió con la mirada y con cara de estar ofendido se fijó que la gente de alrededor se quedó mirándolo. Nervioso, se dio la vuelta simulando un orgullo del que carecía pero, con tan mala suerte, que tropezó con la secretaría. Y  la pila de papeles que ésta llevaba salió volando y cayó tal copos de nieve en un día de invierno.

Al fin pudo llegar a su mesa, recogió lo que necesitaba para irse. Y cuando se giró desde la puerta para ver si se dejaba algo, vio el marco. Se acercó y, aunque dudó un momento, lo cogió, se lo metió en el bolsillo del abrigo y salió.
Al llegar al coche, sacó las llaves del bolsillo. Intentó meterlas por la ranura pero le temblaba el pulso. -¿Cómo he podido hablarle así al Sr. Presidente? ¿Qué quieres, que te despidan?- al final afinó la puntería y consiguió abrir la puerta del vehículo.
De camino a casa, llamó al despacho.
-Po-po-póngame con el Sr. Presidente por favor… - ¿dónde estaba la confianza que había mostrado antes?
-¡Hola chico! ¿Qué te has dejado?

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viernes, 20 de mayo de 2011
la herramienta que le permita
encontrar el sentido de la Vida.
Pasó la página y empezó a leer.
Los párpados se le estaban cerrando, se miró el reloj.
-¡O no! – eran las 6:28. Se había pasado toda la noche leyendo.
Tenía que ir a trabajar. Tomaría un café antes de ir al trabajo, sino, no sabía si sería capaz de llegar sin dormirse.
Cogió el libro y se dirigió hacia el mostrador.
-¿Me puedo llevar este libro?
-¿Es usted socio?
-No, no lo soy…
-Lamento decirle que el libro entonces debe quedarse aquí – le comunicó mientras comenzaba a recoger para marcharse.
-¿Qué debo hacer para hacerme socio y poder llevarme el libro?
-Debe traerme un documento de identidad, una nómina que diga que usted trabaja para cerciorarnos de que no dejará de pagar en caso de recargo por quedarse más de la cuenta un libro y una factura que corrobore que realmente vive donde dice su documento de identidad.
-¡No lo tengo todo esto aquí!
-Pues vuelva cuando lo tenga- le quitó hábilmente el libro de entre las manos- ¡Buenos días!
Se quedó perplejo al ver la impotencia de su situación. Se dio la vuelta lentamente y se dirigió hacia su coche.
-Esta noche, después de cenar, regresaré.
Abrió la puerta del coche, entró, lo arrancó con la habitual ayuda del starter y buscó un lugar donde poder tomarse un café bien cargado.
Mientras daba vueltas con el coche, recapituló sobre lo que había leído.

El libro hablaba de varias personas, varias líneas argumentales. La primera de éstas hablaba de un hombre solitario y desdichado.
Había estado vagabundeando por la vida sin rumbo ni destino.
Se quedó sin familia debido a una epidemia que arrasó su pueblo, siendo el único superviviente. Tuvo que atravesar las montañas a pie durante varias semanas para poder llegar al lugar donde vivía ahora.

-Aquí me tomaré el café –
Paró el coche en la puerta, aunque había una señal de prohibido aparcar. Entró y se acercó hasta la barra.
-¡Buenos días! Tomaré una café largo por favor.
-Ahora mismo.

No se relacionaba con nadie de su alrededor, simplemente se levantaba todos los días bien temprano para ir a trabajar a la herrería hasta que oscurecía. Momento que aprovechaba para dormir.
Se pasaba el día absorto recordando el pasado. Recordando a la familia y a los amigos que había dejado atrás. Y todo por culpa de una epidemia que trajo al pueblo un extranjero que, al cabo de pocos días murió mientras dormía.

-Su café.
Cogió la taza y se lo tomó de un trago.
Metió la mano en el bolsillo y dejó encima de la barra el primer billete que cogió.
-Gracias, quédese con el cambio.
Salió del lugar, entró en el coche y cogió rumbo a su rutina diaria. Encendió la radio por si volvían a retransmitir alguna noticia al respecto.
Cambiaba de dial con ansiedad mientras conducía. Más de una vez estuvo a punto de encastrar su coche con el que pasaba en sentido contrario.
Algo había encontrado
-…respecto a la noticia de la cual hablamos el otro día sobre el último descubrimiento de National Geographic sobre el poblado del Himalaya tenemos que comunicarles que parece ser que no ha sido la primera vez que una persona del mundo civilizado ha establecido contacto con dicho poblado. Los habitantes de Ahmilosh han estado en contacto con…- ¡Maldito túnel!- maldijo al tiempo que golpeaba con rabia el volante.
Al salir de la zona sin cobertura radiofónica prestó mucha atención.
-…se prevé que un anticiclón entre por el suroeste…-paró la radio.
Condujo lo que quedaba de trayecto hasta el trabajo.

Aparcó el viejo vehículo en la que a él le gustaba llamarle “su plaza de aparcamiento” y se dirigió hacia el edificio.
-hoy parece que llego pronto.- se dijo mientras colgaba el abrigo.
-¡Buenos días! Parece que alguien no ha dormido en su casa esta noche… espero que no te hayas resfriado por dormir con el culo al aire. ¡Ja ja ja!- bromeó el bufón de la oficina.
-¿Cómo? ¿Qué?
-¡Si hombre! Llevas la misma ropa que ayer. ¿Cómo se llama la chica con la que estuviste ayer?- Preguntó el entrometido bromista.
-No, no, me he pasado la noche en la biblioteca con un libro…
-¡Sí hombre! Que me voy a creer una excusa tan absurda, si no me lo quieres contar no me lo cuentes, pero no me vengas con tonterías…- se dio la vuelta y se fue indignado.
Hizo caso omiso y se fue hacia su despacho modulado. Miró de refilón la foto y se sentó en su mesa.
Sonó el teléfono y, cuando estaba dispuesto a contestar a una nueva queja, vio que le saludaba el jefe desde lejos. Con perplejidad, le devolvió el saludo y contestó al teléfono y, al ponérselo al oído, ya habían colgado. Dejó el teléfono y, al girarse, ahí tenía al director. Se asustó, no lo esperaba.
-¡Buenos días chico! – “¿chico?” ¿Qué querría ahora?
- ¿Ya ha decidido algo?
-¿Algo? ¿Sobre qué?
-¿Cómo que sobre qué? ¡La delegación en Asia!
-¡Ah! Lo siento. No, no he pensado nada al respecto todavía, he estado algo liado.
-Está bien, está bien… pero necesito que me diga algo a final de semana para irse a la siguiente.
-Sí, sí, lo haré, no se preocupe.

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viernes, 13 de mayo de 2011
Fue una vida poco documentada la del holandés. Entre el 1716 y el 1738 no se sabe nada de él. Es como si, durante ese tiempo, no hubiera existido.
El libro hablaba de buscar el sentido de la vida. Y el viaje comenzaba en el poblado de Ahmilosh.
Retiró la silla unos pocos centímetros hasta ponerse perpendicularmente del ordenador, apoyó las manos en las rodillas y expiró profundamente.
-¿Qué está pasando? ¿Qué quiere decir esto? Piensa, piensa, piensa, vive…-
Se irguió con una cara de perplejidad inaudita.
-¿“VIVE”? – volvió a mirarse el sobre, esa escritura, ese rabillo de la “E” final más largo de lo debido…
Se puso en pie y se fue al armario de la habitación. En el estante de arriba había una caja de cartón en la que guardaba viejos recuerdos que tanto tiempo hacía que no quería revivir y que siempre se había dicho que la tiraría pero nunca encontraba el valor para hacerlo…
Apartó las fotos de cuando fueron de luna de miel, una cinta de cassette en el que grabó las canciones que consideraban de ellos, de su relación…
Y, al fondo de la caja ahí la vio.
La carta de despedida que le escribió.
El día que volvió del trabajo y se encontró encima de la cama.

Amor mío,
Después de todo lo que hemos pasado juntos, creo que ha llegado el momento de decir Adiós.
Dios sabe que he intentado hablar contigo un sinfín de veces. Me he esforzado todo lo que he podido pero ya no puedo más.
Sé lo que te dolió la muerte de tu hermano. Pero no fue culpa de tu padre, como muy bien sabes, estuvo trabajando la noche anterior al accidente. A cualquiera le puede pasar. No fue su culpa.
¡Han pasado 3 años desde entonces! Ya es hora que continúes con tu vida,  NUESTRA VIDA.
Te quiero más que nada en este mundo, pero no puedo continuar más así.
No te preocupes por mis cosas, ya las he cargado en un camión de mudanzas.
Sólo quiero decirte una sola cosa:
“VIVE”
Vive tu vida Cariño. Y espero que algún día podamos volver a vivir la nuestra.

Se quedó sentado en el suelo mirando la carta y el sobre. No podía creerlo.
¡Era la misma caligrafía!
¿Qué significaba? ¿Ella le había dejado el sobre encima de la cama? Y si era así, ¿qué significaban las fotos? Ahmilosh… -ese nombre lo estaba torturando.
Se quedó pensativo y repitiendo el nombre del poblado para sí.
-Ahmilosh, Ahmilosh…- Necesitaba saber qué quería decir todo esto.
Se irguió rápidamente, cogió la llaves del coche y salió del piso dando un portazo y dejándolo todo encendido.

Entró en el coche y se fue volando hacía alguna biblioteca que abriera a estas horas. ¿Qué hora era? Se miró el reloj y vio que las manecillas le marcaban las 2:45.
Tuvo que conducir un largo rato hasta encontrar una que estuviera abierta.

Entró como alma lleva el Diablo hasta llevar al mostrador donde un adormilado bibliotecario-vigilante miraba un pequeño televisor del cual salían unas antenas exageradamente grandes para la mala calidad de imagen que daban.
-Buenas noches caballero – dijo el hombrecillo de cara pálida- ¿puedo ayudarle en algo?
- ¡Sí! ¡Sí! ¡Estoy buscando un libro!- le contestó nerviosamente.
- Bien, eso está bien, puesto que se encuentra en una biblioteca, libros es un artículo del cual disponemos…- antes de que continuara con su sarcasmo le interrumpió.
- Es un libro, un libro muy extraño. Es posible que no lo tengan. Claro, yo no había oído hablar de él nunca, y encima es de un escritor que sólo escribió un único libro, ¡y del siglo XVIII! Encima es que… - ahora le tocaba al adormilado hombre interrumpirle.
-Podríamos probar si me digiera el título o el autor del mismo. Sería un muy buen comienzo para saber si lo tenemos o no. – continuó con su sarcasmo.
- Sí claro. El autor es Mihail Van Vortensen, sí, así se llama, sí. ¿Lo tiene? ¿Lo tiene?-
- Señor… ¿ha tomado algún estupefaciente de algún tipo? Sí es así, debo pedirle que abandone el recinto o me veré obligado a llamar a la policía.
- ¿Cómo? No, no, no he tomado nada, simplemente quiero saber si tiene el libro.-
El bibliotecario se dispuso a mirar en la base de datos cuando lo vio.
-Sí, sí que lo tenemos. Es una edición de principios del siglo XX. Está bastante deteriorado pero se puede leer sin problemas. Se encuentra en el piso de arriba. En la sala de narrativa de aventuras, estantería XIV, estante 66.
- ¡Gracias!
Fue hacía la primera planta en busca del libro.
-La sala narrativa de aventuras... ¡aquí! – entró mirando de un lado a otro buscando la estantería.
-La doce, la trece… ¡la catorce! Estante 66… ¡aquí! ¡Bingo! ¡Éste es!
Contempló las tapas de color rojo sangre con gran asombro. Tenía letras de color oro en el lomo que ponía el nombre del autor en pequeño y en grandes letras el título del libro:
El viaje en busca del sentido de la Vida.
Dejó el libro encima de la mesa que tenía más cercana, se sentó lentamente en la silla y se acercó a la mesa sin dejar de mirar el libro.
Abrió la tapa, pasó la primera página, y miró los agradecimientos.
Al lector,
espero que este libro sea

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viernes, 6 de mayo de 2011
Al llegar al trabajo, vio que casi llegó puntual.
Vio en su mesa el mismo montón de papeles y el marco de fotos tal y como lo dejó. Lo cogió y se quedó mirando la foto fijamente.
-¡Buenos días!
Una voz irascible lo devolvió a la realidad.
-Buenos días…- era la secretaria del presidente.
-El Sr. Presidente me ha pedido que le comunicara que le espera en su despacho.
-Gracias…
Y se fue junto a su cara de amargada hacia su mesa para retocarse las uñas.
- ¿Me van a despedir? ¿Quién sabe?- pensó
Toc, toc
-¡Adelante!
-¿Quería hablar conmigo?
-Sí, sí, siéntese por favor – le dijo señalando una de las sillas que habían delante la gran mesa de roble viejo con el tallo realizado a mano.
-Se sentó, cruzó las piernas y juntó las manos intentando aparentar una falsa sofisticación de la cual carecía y que, sus cabellos alborotados, ya se encargaban de que tampoco lo aparentase. – Dígame, ¿en qué puedo ayudarle?
-Me imagino que sabe que en esta empresa siempre estamos en constante expansión desde que mi bisabuelo decidió crearla allá por el… - Cuántas veces había llegado a escuchar aquella historia de cómo sus ancestros montaron esta empresa y bla bla bla.
Lo que le estaba perturbando era esa carta. ¿Por qué se la mandarían a él? Y… ¿Quién? No tenía ningún sentido. Y luego que escuche esa noticia al día siguiente. No entendía nada. ¿Qué relación podía tener él con un poblado del Himalaya desconocido por la humanidad hasta hace poco?
-…así que hemos visto una muy buena posibilidad de expansión de negocio y necesitamos a alguien que nos represente en la nueva fábrica de Asia, así que hemos pensado que usted sería el candidato indicado para este puesto de trabajo.
-¿Yo?
- Lo que deberá hacer es enseñar nuestra manera de trabajar para que puedan trabajar como es debido. Piénselo y a final de semana volvemos a hablar. En el caso de que acepte, deberá ir el próximo lunes.
Se levantó y le alargó la mano para concluir la reunión.
Se levantó pasmado por la noticia, le estrechó la mano a cámara lenta y salió en silencio del despacho.
-¿Cómo es posible que me hayan echo esta propuesta? No he hecho méritos para que me asciendan…

Fuere como fuese, no era esos pensamientos lo que más le perturbaba su mente en esos momentos. Sino, era esa carta y esa noticia que hacía un rato había escuchado en la radio…

Se pasó el resto del día atendiendo al teléfono de manera escueta y buscando por Internet información sobre Ahmilosh. Pero poco pudo encontrar que ya no supiera por la breve noticia dada por la radio por la mañana. Aunque lo que sí que pudo averiguar es de dónde procedía la expedición de excursionistas que se encontraron con la tribu. Y ésta era de una ciudad no muy lejana de dónde vivían sus ex-suegros…
Todo era muy extraño.

Acabó su jornada algo decepcionado por no haber averiguado nada al respecto. Cogió su viejo coche con el retrovisor derecho caído y se dirigió al supermercado a buscarse la cena y se fue hacia su casa.

Al llegar al cruce que era para ir a su solitario hogar o hacia el puente se paró un segundo – hoy no, tengo cosas a hacer – se dijo, y cogió la calle de la derecha. Aparcó en la misma mala zona del día anterior y se dirigió como un rayo hacia el interior del piso.
Conectó el ordenador y le sonó el móvil.
-¡hola mamá!
-¡hola hijo! ¿Cómo estás? ¿Qué tal el trabajo?
-hoy me han ofrecido irme a la sede que tienen en Asia para representar a la empresa o no sé que…
-¿DE VERDAD? ¡Cuánto me alegro hijo! Un ascenso, muy bien tu madre sabía que tarde o temprano verían que eres el mejor… Tu padre te da la enhorabuena también.
-Gracias, gracias pero… no es ningún ascenso, creo…
-¡Pues claro que sí! ¿Tendrás que estar mucho tiempo?
-no lo sé la verdad es que no lo he preguntado… a final de semana tengo que decidir algo, no sé qué haré todavía.
-Enhorabuena hijo.
-Gracias… mañana hablamos.
-De acuerdo. Hasta mañana
-Hasta mañana…
Ya se había acabado de encender el ordenador y se puso a buscar Ahmilosh de nuevo mientras se comía el plato pre-cocinado frío, pero, ahora desde otro portal que pocas veces utilizaba.
Buscaba entre los enlaces que le aparecieron alguno que le interesara cuando… ¡el sobre! Ya ni se acordaba.
Se fue a buscarlo pero… - ¿Dónde lo dejé? – buscó por toda la casa. – ¡La habitación!- se dirigió hacia la habitación como una flecha.
Buscó entre las sábanas, entre los cojines, por la mesita de noche, la ropa que llevaba el día anterior, ¿debajo la cama? - ¡Bingo! Ahí estaba.
Volvió a mirar la escritura del sobre: “VIVE”. Se puso a mirar esa escritura, le resultaba familiar y no sabía de qué…
Miró el contenido del sobre de nuevo. Eran unas fotos que parecían echas desde un satélite, la primera se veía Euro-Asia y, cada vez se ampliaba más la imagen hasta que se veían unas pocas personas en medio de unas montañas del Himalaya y en el centro de la última foto había, lo que parecía una mujer con la cabeza completamente tapada alargando la mano a alguien que no se veía.
Con el sobre en la mano, se puso a buscar por Internet el tema que le importaba.
Al fin encontró algo que le sorprendió.
En el 1743 un escritor holandés, Mihail Van Vortensen, escribió un libro, tomado como un libro de aventuras pero con mensaje filosófico. Fue el único libro que escribió debido a que, al poco de publicarlo, murió atropellado por un carruaje.

Páginas 3 y 4

lunes, 2 de mayo de 2011
Se fue a buscar el coche y al llegar hasta éste, vio que le habían roto el retrovisor derecho. Hasta que no cobre a final de mes, no podrá llevarlo a arreglar. Era día 5.

Cogió el camino de todos los días, llegó al puente y se paró en el arcén. Salió del vehículo, se dirigió hacia la barandilla hecha de piedra, pasó una pierna y después la otra hasta postrarse en la pequeña pasarela quedándose con las puntas de los zapatos en el aire.
-¡Vamos! Un simple paso y acabarás con este sufrimiento- se alentaba a sí mismo para hacerlo.
Dejaba el pie derecho en el aire cuando…
Bip bip bip… Le estaban llamando al móvil.
-Un día más y nada. Mañana lo volveré a intentar.-
Volvió a saltar la barandilla y fue a coger el teléfono con paso tranquilo.
-Hola mamá
-Hola hijo, ¿Cómo estás?
-Bien, ahora me iba a cenar.
-¿Todavía no has cenado? ¿Por qué no has venido a casa conmigo y con tu padre? Hubiéramos cenado los tres juntos, como antes…
-Tengo prisa mamá, ya hablaremos.
-Llámanos algún día hijo, te echamos mucho de menos, sobretodo tu padre que está muy arrepentido de todo…
-Tengo que colgar. Adiós.
-Adiós hijo. Te queremos.

Entró en el coche y condujo hasta la puerta casa. Llegó rápidamente – ya podría haber el mismo tráfico que ahora por las mañanas – protestó. Aunque ahora venía lo peor. Aparcar.
Tras dar unas cuantas vueltas para encontrar un sitio donde dejar el coche, lo encontró. Estaba lejos de su casa y en una zona un tanto peligrosa pero era dejarlo allí o continuar dando vueltas, y ya estaba demasiado cansado para continuar con las vueltas.

Abrió la nevera para prepararse algo para cenar y lo único que habían eran unos huevos - ¿estarían bien todavía? – miró la fecha de caducidad y se habían caducado dos días atrás. Dudó un momento y se acordó de la pobreza que hay en el mundo y de la gente que daría lo que fuera por esos huevos caducados. Así que los puso en una paella y se los sirvió para comérselos.
Al terminar de cenar, recogió lo que ensució y se fue a la habitación.
Se cambió y se preparó para irse a dormir cuando vio que había un sobre marrón encima de la cama.
Se alarmó. ¿Le habían entrado a robar? No, el piso estaba igual que cuando se había ido por la mañana. ¿Quién le habría dejado ese sobre?
Lo examinó.
No había remitente, únicamente había escrito en el dorso la palabra “VIVE”. ¿Qué querría decir?
Lo abrió muy lentamente por miedo a que fuera una bomba o cualquier acto terrorista, se acordó de las noticias que tiempo atrás hablaban de cartas que contenían Antrax.
Al abrir el sobre vio algo que lo dejó atónito. ¿Qué quería decir?
Estaba demasiado cansado y decidió irse a dormir.

Se despertó muy cansado, se arrastró hasta la ducha, se preparó su almuerzo y se fue hacia el trabajo.
Caravana.
Encendió la radio buscando algún dial interesante cuando escuchó algo que le llamó la atención:
-Descubierto un poblado en el Himalaya, que, hasta el día de hoy no habían tenido contacto alguno con el progreso de la Humanidad. Parece ser que la comunidad se llama Ahmilosh que significa…- ¡dichoso túnel sin cobertura! –…este hallazgo representa lo que aún nos queda por descubrir de nuestro mundo. Es por eso que National Geografic…- Apagó la radio.
-¿Qué puede significar? Ayer por la noche ese sobre que, ¿quién me lo debió enviar?, y hoy escucho esto en las noticias… ¿qué querrá decir? Tal vez, no sé…-
El claxon insistente del coche de atrás le hizo reaccionar. Miró a su alrededor algo aturdido y vio que los coches de delante ya habían avanzado un largo trecho. Puso la primera y continuó la marcha.