Páginas 11, 12 y 13

viernes, 20 de mayo de 2011
la herramienta que le permita
encontrar el sentido de la Vida.
Pasó la página y empezó a leer.
Los párpados se le estaban cerrando, se miró el reloj.
-¡O no! – eran las 6:28. Se había pasado toda la noche leyendo.
Tenía que ir a trabajar. Tomaría un café antes de ir al trabajo, sino, no sabía si sería capaz de llegar sin dormirse.
Cogió el libro y se dirigió hacia el mostrador.
-¿Me puedo llevar este libro?
-¿Es usted socio?
-No, no lo soy…
-Lamento decirle que el libro entonces debe quedarse aquí – le comunicó mientras comenzaba a recoger para marcharse.
-¿Qué debo hacer para hacerme socio y poder llevarme el libro?
-Debe traerme un documento de identidad, una nómina que diga que usted trabaja para cerciorarnos de que no dejará de pagar en caso de recargo por quedarse más de la cuenta un libro y una factura que corrobore que realmente vive donde dice su documento de identidad.
-¡No lo tengo todo esto aquí!
-Pues vuelva cuando lo tenga- le quitó hábilmente el libro de entre las manos- ¡Buenos días!
Se quedó perplejo al ver la impotencia de su situación. Se dio la vuelta lentamente y se dirigió hacia su coche.
-Esta noche, después de cenar, regresaré.
Abrió la puerta del coche, entró, lo arrancó con la habitual ayuda del starter y buscó un lugar donde poder tomarse un café bien cargado.
Mientras daba vueltas con el coche, recapituló sobre lo que había leído.

El libro hablaba de varias personas, varias líneas argumentales. La primera de éstas hablaba de un hombre solitario y desdichado.
Había estado vagabundeando por la vida sin rumbo ni destino.
Se quedó sin familia debido a una epidemia que arrasó su pueblo, siendo el único superviviente. Tuvo que atravesar las montañas a pie durante varias semanas para poder llegar al lugar donde vivía ahora.

-Aquí me tomaré el café –
Paró el coche en la puerta, aunque había una señal de prohibido aparcar. Entró y se acercó hasta la barra.
-¡Buenos días! Tomaré una café largo por favor.
-Ahora mismo.

No se relacionaba con nadie de su alrededor, simplemente se levantaba todos los días bien temprano para ir a trabajar a la herrería hasta que oscurecía. Momento que aprovechaba para dormir.
Se pasaba el día absorto recordando el pasado. Recordando a la familia y a los amigos que había dejado atrás. Y todo por culpa de una epidemia que trajo al pueblo un extranjero que, al cabo de pocos días murió mientras dormía.

-Su café.
Cogió la taza y se lo tomó de un trago.
Metió la mano en el bolsillo y dejó encima de la barra el primer billete que cogió.
-Gracias, quédese con el cambio.
Salió del lugar, entró en el coche y cogió rumbo a su rutina diaria. Encendió la radio por si volvían a retransmitir alguna noticia al respecto.
Cambiaba de dial con ansiedad mientras conducía. Más de una vez estuvo a punto de encastrar su coche con el que pasaba en sentido contrario.
Algo había encontrado
-…respecto a la noticia de la cual hablamos el otro día sobre el último descubrimiento de National Geographic sobre el poblado del Himalaya tenemos que comunicarles que parece ser que no ha sido la primera vez que una persona del mundo civilizado ha establecido contacto con dicho poblado. Los habitantes de Ahmilosh han estado en contacto con…- ¡Maldito túnel!- maldijo al tiempo que golpeaba con rabia el volante.
Al salir de la zona sin cobertura radiofónica prestó mucha atención.
-…se prevé que un anticiclón entre por el suroeste…-paró la radio.
Condujo lo que quedaba de trayecto hasta el trabajo.

Aparcó el viejo vehículo en la que a él le gustaba llamarle “su plaza de aparcamiento” y se dirigió hacia el edificio.
-hoy parece que llego pronto.- se dijo mientras colgaba el abrigo.
-¡Buenos días! Parece que alguien no ha dormido en su casa esta noche… espero que no te hayas resfriado por dormir con el culo al aire. ¡Ja ja ja!- bromeó el bufón de la oficina.
-¿Cómo? ¿Qué?
-¡Si hombre! Llevas la misma ropa que ayer. ¿Cómo se llama la chica con la que estuviste ayer?- Preguntó el entrometido bromista.
-No, no, me he pasado la noche en la biblioteca con un libro…
-¡Sí hombre! Que me voy a creer una excusa tan absurda, si no me lo quieres contar no me lo cuentes, pero no me vengas con tonterías…- se dio la vuelta y se fue indignado.
Hizo caso omiso y se fue hacia su despacho modulado. Miró de refilón la foto y se sentó en su mesa.
Sonó el teléfono y, cuando estaba dispuesto a contestar a una nueva queja, vio que le saludaba el jefe desde lejos. Con perplejidad, le devolvió el saludo y contestó al teléfono y, al ponérselo al oído, ya habían colgado. Dejó el teléfono y, al girarse, ahí tenía al director. Se asustó, no lo esperaba.
-¡Buenos días chico! – “¿chico?” ¿Qué querría ahora?
- ¿Ya ha decidido algo?
-¿Algo? ¿Sobre qué?
-¿Cómo que sobre qué? ¡La delegación en Asia!
-¡Ah! Lo siento. No, no he pensado nada al respecto todavía, he estado algo liado.
-Está bien, está bien… pero necesito que me diga algo a final de semana para irse a la siguiente.
-Sí, sí, lo haré, no se preocupe.

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