Páginas 8, 9 y 10

viernes, 13 de mayo de 2011
Fue una vida poco documentada la del holandés. Entre el 1716 y el 1738 no se sabe nada de él. Es como si, durante ese tiempo, no hubiera existido.
El libro hablaba de buscar el sentido de la vida. Y el viaje comenzaba en el poblado de Ahmilosh.
Retiró la silla unos pocos centímetros hasta ponerse perpendicularmente del ordenador, apoyó las manos en las rodillas y expiró profundamente.
-¿Qué está pasando? ¿Qué quiere decir esto? Piensa, piensa, piensa, vive…-
Se irguió con una cara de perplejidad inaudita.
-¿“VIVE”? – volvió a mirarse el sobre, esa escritura, ese rabillo de la “E” final más largo de lo debido…
Se puso en pie y se fue al armario de la habitación. En el estante de arriba había una caja de cartón en la que guardaba viejos recuerdos que tanto tiempo hacía que no quería revivir y que siempre se había dicho que la tiraría pero nunca encontraba el valor para hacerlo…
Apartó las fotos de cuando fueron de luna de miel, una cinta de cassette en el que grabó las canciones que consideraban de ellos, de su relación…
Y, al fondo de la caja ahí la vio.
La carta de despedida que le escribió.
El día que volvió del trabajo y se encontró encima de la cama.

Amor mío,
Después de todo lo que hemos pasado juntos, creo que ha llegado el momento de decir Adiós.
Dios sabe que he intentado hablar contigo un sinfín de veces. Me he esforzado todo lo que he podido pero ya no puedo más.
Sé lo que te dolió la muerte de tu hermano. Pero no fue culpa de tu padre, como muy bien sabes, estuvo trabajando la noche anterior al accidente. A cualquiera le puede pasar. No fue su culpa.
¡Han pasado 3 años desde entonces! Ya es hora que continúes con tu vida,  NUESTRA VIDA.
Te quiero más que nada en este mundo, pero no puedo continuar más así.
No te preocupes por mis cosas, ya las he cargado en un camión de mudanzas.
Sólo quiero decirte una sola cosa:
“VIVE”
Vive tu vida Cariño. Y espero que algún día podamos volver a vivir la nuestra.

Se quedó sentado en el suelo mirando la carta y el sobre. No podía creerlo.
¡Era la misma caligrafía!
¿Qué significaba? ¿Ella le había dejado el sobre encima de la cama? Y si era así, ¿qué significaban las fotos? Ahmilosh… -ese nombre lo estaba torturando.
Se quedó pensativo y repitiendo el nombre del poblado para sí.
-Ahmilosh, Ahmilosh…- Necesitaba saber qué quería decir todo esto.
Se irguió rápidamente, cogió la llaves del coche y salió del piso dando un portazo y dejándolo todo encendido.

Entró en el coche y se fue volando hacía alguna biblioteca que abriera a estas horas. ¿Qué hora era? Se miró el reloj y vio que las manecillas le marcaban las 2:45.
Tuvo que conducir un largo rato hasta encontrar una que estuviera abierta.

Entró como alma lleva el Diablo hasta llevar al mostrador donde un adormilado bibliotecario-vigilante miraba un pequeño televisor del cual salían unas antenas exageradamente grandes para la mala calidad de imagen que daban.
-Buenas noches caballero – dijo el hombrecillo de cara pálida- ¿puedo ayudarle en algo?
- ¡Sí! ¡Sí! ¡Estoy buscando un libro!- le contestó nerviosamente.
- Bien, eso está bien, puesto que se encuentra en una biblioteca, libros es un artículo del cual disponemos…- antes de que continuara con su sarcasmo le interrumpió.
- Es un libro, un libro muy extraño. Es posible que no lo tengan. Claro, yo no había oído hablar de él nunca, y encima es de un escritor que sólo escribió un único libro, ¡y del siglo XVIII! Encima es que… - ahora le tocaba al adormilado hombre interrumpirle.
-Podríamos probar si me digiera el título o el autor del mismo. Sería un muy buen comienzo para saber si lo tenemos o no. – continuó con su sarcasmo.
- Sí claro. El autor es Mihail Van Vortensen, sí, así se llama, sí. ¿Lo tiene? ¿Lo tiene?-
- Señor… ¿ha tomado algún estupefaciente de algún tipo? Sí es así, debo pedirle que abandone el recinto o me veré obligado a llamar a la policía.
- ¿Cómo? No, no, no he tomado nada, simplemente quiero saber si tiene el libro.-
El bibliotecario se dispuso a mirar en la base de datos cuando lo vio.
-Sí, sí que lo tenemos. Es una edición de principios del siglo XX. Está bastante deteriorado pero se puede leer sin problemas. Se encuentra en el piso de arriba. En la sala de narrativa de aventuras, estantería XIV, estante 66.
- ¡Gracias!
Fue hacía la primera planta en busca del libro.
-La sala narrativa de aventuras... ¡aquí! – entró mirando de un lado a otro buscando la estantería.
-La doce, la trece… ¡la catorce! Estante 66… ¡aquí! ¡Bingo! ¡Éste es!
Contempló las tapas de color rojo sangre con gran asombro. Tenía letras de color oro en el lomo que ponía el nombre del autor en pequeño y en grandes letras el título del libro:
El viaje en busca del sentido de la Vida.
Dejó el libro encima de la mesa que tenía más cercana, se sentó lentamente en la silla y se acercó a la mesa sin dejar de mirar el libro.
Abrió la tapa, pasó la primera página, y miró los agradecimientos.
Al lector,
espero que este libro sea

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